Consultoría y gestión empresarial

Cómo mantener sus sistemas integrados de gestión y no morir en el intento

Sistemas integrados de gestión

Hace unos días mientras visitaba una empresa, me llamó la atención como tenía expuestos sus certificados de gestión de la calidad, medio ambiente y seguridad laboral en la zona más representativa y visual de su organización. Cuál fue mi sorpresa cuando al acercarme a verlos (con la intención de comprobar si ya habían realizado la adaptación a las últimas revisiones de las normas, todo hay que decirlo) comprobé que dichos certificados estaban caducados desde hacía más de 10 años.

Cuando tuve oportunidad, le pregunté al responsable de la empresa si se habían olvidado de sustituir los certificados antiguos por los nuevos. Su respuesta no pudo ser más clara; “sí, sabemos que los certificados están caducados desde hace más de 10 años, pero aquí están mejor que guardados en un cajón”.

Entonces pensé, vale, de acuerdo, la empresa no ha podido o no ha querido asumir el coste de renovación de sus certificados, pero los mantiene al día e implantados porque son herramientas claves para su organización. Pues tampoco acerté – “con la crisis y teniendo que ajustar nuestra plantilla a la mínima expresión, no pudimos asumir la carga de trabajo y el papeleo que ello suponía” me comentó el responsable nuevamente.

¿Para qué voy a cambiar, si las cosas siempre se han hecho así?

Desgraciadamente, este hecho no es un caso aislado y es el fruto de una incorrecta implantación de sistemas que se originó principalmente en los primeros años del 2000, en el que se implantaron sistemas de una manera arbitraria, a golpe de subvención y con escasa vocación de mejorar la gestión de las empresas. Además, la errónea decisión de elegir a las empresas consultoras con el criterio “mejor, cuanto más barato”. Al final, lo que compraron fueron sistemas “corta y pega”, que obligaban a las empresas a adaptarse a sistemas documentales “tipo” y no al contrario; adaptar los sistemas a sus procedimientos de trabajo habituales. En definitiva, muchas empresas aparcaron sus sistemas y abandonaron sus certificaciones sin ninguna intención de volver a intentarlo. Gravísimo error.

La gestión de la calidad, un «hábito»

La gestión de la calidad no es un hecho puntual, no comienza y termina. No es una tarea más que podamos tachar de la lista y olvidarnos para comenzar otra tarea. Es una labor continua, yo lo llamaría un “hábito”. Una filosofía de trabajo grabada a fuego entre todos los integrantes de la organización, parte del ADN de cada trabajador, interiorizada de tal manera que los actos y decisiones fluyan de manera automática hacia la mejora y la excelencia.

En un entorno empresarial tan incierto y cambiante como el actual, es imprescindible estar en continua vigilancia para anticiparse a los cambios y adaptarse a ellos. Cuando todo el mundo piensa de manera similar y se adhiere a las normas dominantes, las organizaciones quedan condenadas al estancamiento. Para ello, las empresas deben contar con sólidos sistemas de trabajo, gestionar los riesgos de su entorno y abandonar la arcaica forma de pensar “¿para qué voy a cambiar, si las cosas siempre se han hecho así?”.

Para provocar el cambio se necesitan herramientas, conocimiento y en definitiva personas y organizaciones experimentadas, capaces de combatir esa inercia e impulsar nuevos e innovadores modelos de gestión que les permitan conseguir sus objetivos de crecimiento, sostenibilidad y competitividad.

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